domingo, 28 de julio de 2013

Ópera para tiesos en la Max-Joseph Platz

Este fin de semana está haciendo un calor insoportable en Múnich. Pensar que me he venido desde Córdoba a Alemania para pasar calor aquí… aunque en este país la cosa tiene más miga, porque no hay aire acondicionado en ninguna parte, con lo que es bastante difícil soportar la temperatura ambiente.

Sudores aparte, el sábado por la noche hubo en la Max-Joseph Platz una sesión de ópera abierta al público ( Oper für alle ), y hacen bien, porque prefiero omitir los precios de las entradas para una representación en el teatro que verán al fondo en las fotos. El director de orquesta era Zubin Mehta, bastante conocido, e interpretaron Messa da Requiem de Verdi, que yo no conocía de nada, y que incluso en la Wikipedia viene como obra no operística, por lo que no me aclaro muy bien. Las fotos del evento no son demasiado buenas porque la cámara de la Blackberry deja mucho que desear, aunque es cierto que van en consonancia con la ópera para tiesos que muestran.



Como he dicho, la representación fue en la plaza que está enfrente del Teatro Nacional de Baviera. Allí la gente no se cortaba un pelo a la hora de llevarse una toalla como si estuvieran en la playa y se tumbaban igual que si fueran a tomar el sol. Algunos incluso se llevaban la cena y montaban un pequeño picnic rodeados de las piernas de la gente que escuchaba la música de pie justo a unos centímetros de la ensalada de turno.

Este es el ambiente que había en las calles aledañas:


Este es el lugar en cuestión sin toda la parafernalia del concierto. Está justo al lado de la Residenz, o palacio real de los reyes bávaros, los Wittelsbach.



domingo, 21 de julio de 2013

Paseos por Múnich: Olimpiapark

Hoy he decidido darme una vuelta por el Olimpiapark de Múnich, aunque sólo sea porque en 10 días será mi barrio y tendré que acostumbrarme a estar allí. Es una zona con muchos espacios verdes, de hecho es un gran parque, pero también existen elementos singulares que caracterizan a esta parte de la ciudad, por ejemplo, el estadio y las instalaciones olímpicas de Múnich 1.972 que dan nombre a todo este lugar.

Además, existen dos hitos importantes: el primero es la torre Olímpica, un pirulí de casi 200m de altura, y el segundo es la fábrica BMW ( que por si alguien no lo sabe significa Bayerische Motoren Werke, fábrica bávara de motores ), con sus oficinas y su museo. Aparte está el edificio BMW Welt ( Mundo BMW ) obra del despacho austríaco Coop Himmelb(l)au, que reconozco que ni en mi primera visita allá por 2.008 ni ahora, me termina de convencer.

















Tenemos la zona del parque, donde la gente hace deporte o simplemente pasea junto al Olimpiasee





Desde lo alto de la Olimpiaturm hay unas vistas muy buenas, y ya puede, porque cuesta 5,50 € subir. Se hace por medio de un ascensor que puede llegar hasta los 10 metros por segundo, de modo que se nota la velocidad, especialmente en el principio y en el final del trayecto.








No sé si se aprecia bien en las fotos, pero no hay césped en el estadio olímpico, yo sospecho que con lo aficionados que son aquí a todos los productos biológicos, y a la eficiencia, no me extrañaría que hubieran convertido en terreno de juego en un sembrado para dar zanahorias, tomates, etc, y luego venderlos a precio de oro: con el nombre de "Tomates olímpicos", por ejemplo. Esta es una zona muy tranquila, por las noches hay cine de verano ( cuesta la friolera de 7,5 € ), hay festivales, etc. Espero que les haya gustado, próximamente les seguiré enseñando otros rincones de la capital de Baviera.

viernes, 19 de julio de 2013

De libros y viajes

Me encantan los libros. Regalarlos y que me los regalen. De siempre, lo que más me gustaba al hacer los preparativos para un viaje era la visita a la librería para comprar los ejemplares que iba a leer durante mi estancia fuera, sin importar aquellos que todavía estaban esperando en casa sin haberlos leído.

En la sala de espera del aeropuerto o en el propio avión, sentado en el suelo o en un cómodo asiento, en el momento en el que abría el primer libro sentía que empezaban las vacaciones. Ya en el destino en cuestión, nada mejor que terminar un día de ajetreo turístico con cerveza y lectura. De esa forma cayeron Madame Bovary en Londres, Guerra y Paz en Berlín, etc.. siempre asociando ambos elementos en el que quizá fuese el mejor momento del día.

Algo que siempre me gustó fue comprar libros en aquellos sitios que visitaba, y después no quitarles la etiqueta de la librería. De este modo guardaba un recuerdo mucho mejor que cualquier Puerta de Brandemburgo o Big Ben en miniatura de los que venden en las tiendas para turistas. Ya en casa, me gustaba sacar de vez en cuando el libro de la estantería y recordar dónde y cuándo lo compré, aunque suene un pelín sentimental.

Pero ahora no estoy de vacaciones. No porque esté trabajando, que ya me gustaría, sino porque no llevo en la maleta el billete de vuelta, cosa que no había sucedido hasta ahora. Sin embargo, procuro que el tema de los libros permanezca inalterable, quizá inconscientemente asociándolo con las vacaciones, con la diferencia de que el acompañamiento cervecil ahora es mucho más escaso por aquello del ahorro, pago de alquileres y viandas, etc.

Sea como fuere, el miércoles fui a comprar libros por última vez, ya que, aunque estoy haciendo lecturas en alemán para aprender el idioma, a veces necesita uno sentir que hace las cosas por puro placer y no por obligación o necesidad. Mis adquisiciones, a un precio bastante bueno, fueron “Corazón tan blanco” de Javier Marías y “Winter of the World” de Ken Follett, para seguir practicando también con el inglés.

Habrá que reservar un mínimo, aunque sea escaso, presupuesto para libros, quizá renunciando a alguna otra cosa. No creo que llegue al extremo de aquel personaje del que hablaba Walter Benjamin, que como no podía permitirse comprar libros, los escribía él mismo a partir de los títulos que veía en el escaparate de la librería.


Quizá pronto escriba una entrada sobre lo que he leído desde que estoy en Alemania, pero de momento lo dejo aquí, porque en breves instantes saldré a tumbarme en el césped, o a sentarme en un banco, acompañado de mi libro, porque hay cosas que nunca cambian.

sábado, 13 de julio de 2013

El insomnio de una noche de verano

La noche pasada, a pesar de haberme levantado bastante temprano y haber estado en casa casi todo el tiempo, no fui capaz de conciliar el sueño. A eso de las dos de la madrugada me puse a leer un poco, y cuando ya estaba harto, comencé a darle vueltas a temas para escribir en el blog, cosa harto difícil porque esta semana más aburrida no ha podido ser.

El caso es que esta tarde, mi compañero de piso y yo hemos comprado algunos DVDs de oferta con el objetivo de mejorar nuestra comprensión auditiva del alemán. Él, por su parte, compró a muy buen precio un pack con las tres partes de El Señor de los Anillos, y yo, por la mía, otro con tres películas de Audrey Hepburn, entre ellas, Desayuno con Diamantes y la estupenda Sabrina de Billy Wilder.

Por eso, dándole vueltas a lo del cine, me he parado a darle otra vuelta de tuerca a los títulos de otras películas, sólo para distraerme mientras espero a que se  me cierren los párpados. Esos títulos tienen un denominador común, que me gusta, y a ustedes también a juzgar por la estadística de las entradas más visitadas de este blog: la birra. Finalmente, les presento una selección de nuevos títulos de películas versión “un arquitecto en Alemania”:

-Las uvas de la birra.
-La Birra de Brian.
-Con Birras y a lo loco.
-Las mejores birras de nuestra vida.

Y no se preocupen, que para los más pequeños también hay:
-Cervecienta.
-La Birra durmiente.

Por supuesto he obviado algunos como “Los caballeros las prefieren rubias” o “Una rubia muy legal”, que parecían demasiado obvios.


Disculpen este desvarío producto del insomnio, ya habitual en las calurosas noches de verano, pero que me ha permitido distraerme un poco mientras me entra sueño. Les adjunto una foto en la que pueden ver el borrador de este escrito, tomada casi a las cinco de la mañana, simplemente un ratito antes de amanecer. 

domingo, 7 de julio de 2013

Primera semana en Múnich

Después de 15 días actualizo el blog, ya desde la capital de Baviera.

Nada más llegar ya percibí la gran diferencia que existe entre una ciudad pequeña como Göttingen y una gran capital como Múnich. Antes podía ir a todas partes andando, cosa que ahora se antoja imposible. La vida aquí se desarrolla a un ritmo diferente, lo que se palpa simplemente dando una vuelta por la calle.

Lo primero que me encontré cuando llegué al piso es que en mi calle estaban rodando una película, cosa que me llamó mucho la atención.


La primera semana de actividad ha sido un pelín estresante, porque he tenido que resolver unos cuantos trámites. Me he apuntado a otro curso intensivo de alemán en la Volkshochschule, y además he comprado un móvil libre y una tarjeta prepago de ALDI. Cuando veo las tarifas de móvil e internet que hay aquí corroboro que en España nos timan por todas partes. Por cierto que el teléfono es un dinosaurio que no tiene ni cámara, ni pantalla táctil, ni ná de ná.

Por otro lado, he estado entregando currículums en mano en distintos estudios de arquitectura y también he mandado unos cuantos por internet. De todas formas, por mi compañero de piso y alguna experiencia mía me he dado cuenta de que aquí también hay impresentables en nuestro gremio, de modo que poco a poco se nos van cayendo los mitos con respecto a la seriedad alemana. Quizá sea sólo cosa del sector de los estudios de arquitectura, pero ya lo iremos descubriendo.

También me he dedicado a buscar pisos por internet, y en teoría tengo uno apalabrado en el estadio olímpico para agosto y hasta mediados de septiembre. De momento no quiero compromisos largos y de todas formas es difícil que sin un contrato laboral te permitan estar en un piso por tiempo indefinido.

El sábado, es decir ayer, fue un buen día. Había una fiesta local y por algunos sitios del centro había escenarios y puestos. Lo primero que hice fue visitar la librería española de Múnich, que tiene muchos más libros en nuestro idioma que cualquiera de las grandes cadenas de librerías que hay aquí.

Después tiré para el Englischer Garten, un gigantesco parque donde los muniqueses se escapan cada vez que ven caer un rayito de sol. En él está la Chinesischer Turm, debajo de la cual, cómo no, hay un gran Biergarten. En él me tomé mi primera birra desde que estoy en esta ciudad, una jarra de un litro que no se la saltaba un galgo. El primer medio litro entró con facilidad, y el segundo costó un poco más, aunque me había traído comida para echarle algo al estómago además de cerveza.

Mientras la priva tenía lugar, una charanga que estaba en uno de los pisos de la torre tocaba Volksmusik o música tradicional bávara. Me acordé en ese momento de Los Templaos de Dos Torres, que probablemente no tienen nada que envidiarles.



Después me dirigí hacia el centro y encontré el escenario del Marienhof, y tuve la oportunidad de tumbarme en el césped con una birra ( otra, pero más pequeña ) escuchando “knocking on heaven´s door”. Cuando este grupo se fue, entró un grupo de jazz que también fue bastante entretenido.





Estas son fotos de la Odeonsplatz con la Feldherrnhalle ( el salón de los mariscales ) al fondo. Este fin de semana hay conciertos de música clásica y ópera al aire libre. El viernes tuve la oportunidad de oírlos ensayar en este mismo sitio y fue una gozada.


Después de un alto en casa, volví al Marienhof para ver un concierto de country y rematé la faena visitando por primera vez desde que estoy aquí la famosa Hofbräuhaus. Abajo pueden ver la Marienplatz y el Neues Rathaus, el corazón del centro de Múnich.

Como notas curiosas señalaré que los alemanes se ahorran el gimnasio, ya que con lo que pesa una jarra de cerveza de un litro llena, y teniendo en cuenta que veo gente coger cuatro en una sola mano sin pestañear, qué quieren que les diga, los brazos de esta gente son XXL. Por cierto, si piensan que las jarracas de cerveza se las toman sólo enormes Helgas entraditas en carnes y grandes como armarios de tres puertas están equivocados; perfectamente se pueden encontrar a damiselas y mademoiselles de estrechas cinturitas meterse litros de cerveza entre pecho y espalda sin problema alguno.


Por whatsapp y demás medios me han hecho la recurrente pregunta de cómo está por aquí el asunto femenino. Yo, por mi parte, tengo que reconocer que he conocido a dos señoritas desde que estoy aquí, que de hecho son parientes, son las hermanas Bosch: la lavadora y la plancha, con las que tengo una relación de amor-odio, y de las que no creo que me vaya a volver a librar. En cualquier caso, veremos lo que me deparan las semanas que vienen…