viernes, 2 de agosto de 2013

La mudanza, nuevo deporte olímpico

Por fin estoy instalado en mi nuevo piso, en la antigua villa olímpica de Múnich 72. Me ha dado un poco de penita irme del otro, porque estaba en pleno centro de la ciudad, y también por mi compañero, con el que he pasado un mes bastante bueno, pero en fin, después de todo, sólo son nueve paradas de metro.

En dos meses que llevo aquí me he mudado una vez de ciudad, de Göttingen a Múnich, y otra de piso, desde el de Sendlinger Tor hasta este en Olimpiapark. Otra gente que vive aquí también se muda cada cierto tiempo, lo que ha provocado que, en cierto modo, haya “profesionales” de las mudanzas. Obviando, claro está, a las empresas especializadas en la materia. No me extrañaría que la hicieran un deporte olímpico, dada la frecuencia con que por estas tierras se cambia de domicilio. Ahí seguro que Alemania nos ganaba fijo.

Reconozco que ésta fue menos traumática que la última, aunque es cierto que cada vez que iban pasando los días y me daba cuenta de que se iba acercando el momento, me entraba un canguelo considerable. Al final, sólo fueron dos viajes en metro cargado de maletas y bolsas los que necesité para trasladar todos mis enseres desde una vivienda hasta la otra
.
Mi nuevo piso está bastante bien, se accede directamente desde la calle, sin portal previo, ya que esta zona es toda peatonal y no pasan coches. Consta de un saloncito, con la cocina integrada, un baño y se acabó. Pequeño, pero está bastante bien. El dueño es un chaval bastante simpático, aunque un pelín maniático de la limpieza. Yo creo que esa criatura no va a conciliar el sueño hasta que no vuelva de sus vacaciones y compruebe cómo le he dejado su casita. Está todo amueblado de IKEA y, como digo, es bastante acogedor, luminoso, y, para mí solo más que suficiente.

Por otro lado, estoy asistiendo a un curso intensivo de alemán en la Volkshochschule, de un mes de duración en el que damos unas 16 horas semanales de clase. Aquí también hay gente de todas partes aunque también hay dos españolas, no como en el Goethe que no había ningún compatriota.

En fin, aquí, como en España, la actividad en agosto también va a medio gas, así que habrá que pasar este mes como se pueda, aguantando calor igual que en España y yendo a clase, por cierto con un horario demencial: de 14 a 17,15h, con lo que la tostada que me cae tanto al entrar como al salir es considerable.


En fin, espero que todo el mundo pase unas felices vacaciones y un no demasiado caluroso mes de agosto.

1 comentario:

  1. Cuando he leído lo del horario demencial, pensaba que lo decías por la siesta. Me recuerda a mi primer curso de Arquitectura. FI a 15... :S. G.

    ResponderEliminar